El super: risa y llanto, la tragicomedia del exilio cubano




                            El super: risa y llanto, la tragicomedia del exilio cubano

            El super, la película del director Orlando Jiménez Leal, nos presenta la melancolía y la desesperanza de un exiliado  cubano sufriendo la vida de un gris, oscuro e invernal Nueva York de los años 70. “Está ciudad me está matando” “ yo prefiero cortar caña… por lo menos es mi país” alega Roberto mientras recoge bolsas de basura que los inquilinos han tirado con descuido en el portal del condominio de bajos recursos en el que  vive, y  en el que también trabaja como superintendente. El viejo edificio presenta claros síntomas de deterioro y  Roberto socorre a toda hora a los inquilinos que lo mantienen ocupado dia y noche arreglando desperfectos. 

            Aunque Roberto no logra solucionar el desperfecto en su vida; se encuentra  insatisfecho de no estar donde quiere, tiene dificultad de adaptarse a una nueva sociedad, y tiene la sensación de estar atrapado y sin salida. Lo que debió haber sido una estancia pasajera, se convirtió en una década de exilio involuntario. La ilusión inicial, es ahora un martirio.

            El sentirse ajeno, las inclemencias del tiempo y las limitaciones del idioma lo hacen explotar en momentos de ira donde rompe, patea y habla solo o a gritos clamando su impotencia. Sorprendentemente lo hace con una gracia y un humor que no dejaba de recordarme  el chiste de la nieve de Álvarez Guedes, (MUY explícito)    

 

            Este filme no sería lo que es sin el gran sentido del humor, como en la escena cruzando la calle al ritmo de la música de Fiebre del sábado por la noche, película taquillera en los años 70, la escena de la instalación de la ventana a la vecina china y los diálogos coloquiales y sabrosos de la jerga cubana. Raymundo Hidalgo, protagonista de la cinta, es un cómico natural.

            La mayoría de las escenas suceden en la intimidad del hogar, un espacio lleno de una luz especial, clara, limpia, muy diferente del resto de las escenas en la ciudad. Probablemente reflejo de bondad, honradez y de buenos seres humanos viviendo duras circunstancias.

            Los diálogos de la cotidianidad son naturalmente cómicos y subidos de decibeles, es decir a grito pela´o. Allí se develan conflictos  familiares producto de Adelita, una hija adolescente ya adaptada a la dinámica de la ciudad and the american way of life, tan distante de la visión de sus padres. Niña rebelde a quien no se le “ha perdido nada en Miami” y donde se niega a ir. También están los momentos más emotivos que evocan los recuerdos de Cuba, como una nostálgica canción cantada  acapella,  recuerdo de juventud, en el reducido espacio de la cocina del apartamento.

            La llamada informándole sobre la muerte de su madre es un momento angustioso, incluso para el público, ese ese temor siempre presente en la mente; es la ausencia, es la distancia lo que más duele. Quizás sea este el punto de quiebre del personaje. Roberto busca horizontes más amplios,  pero más que eso, quiere reencontrarse con lo suyo, con su esencia, con lo más parecido a Cuba que pueda existir. 

Y eso es Miami.

            El caso de Roberto habla de todos los inmigrantes, de las ilusiones rotas, de la soledad, de la separación, del gran trecho caminado y el no tan largo por recorrer cuando tomar decisiones apremia. En la escena final, ya decidido de ir a vivir a Hialeah, después de una crisis emocional, se asoma por una ventana y observa la ciudad que lo acogió y que él ha sufrido por diez años. La cámara se acerca a su rostro y por un momento no sabemos si llora o ríe. Pero quiero pensar que Roberto ríe; ríe  de la broma que le ha jugado el destino; ríe de la  tragicomedia que es su exilio; ríe como preámbulo a un nuevo capítulo en su vida.




Comentarios

Entradas populares