LAS OFRENDAS EN HOBIE BEACH
Hace
unos años, en una visita a las Islas
Sanibel y Captiva en el golfo de México -antes de la intervención ecológica de British Petroleum- disfrutábamos de un
fabuloso día de playa cuando inesperadamente nos vimos envueltos en
un ritual religioso. No
muy lejos de la orilla, un bote mecía abordo a un festivo grupo.
Repentinamente, las niñas estaban rodeadas de pétalos de rosas. A lo
lejos, los recién casados eran homenajeados con un brindis. Fue, sino
divertido, diferente. Al día siguiente, otro bote navegaba la misma
área. Minutos más tarde, las niñas salían del agua cubiertas y
escupiendo lo que parecía ser arena. Era ceniza de una cremación. Fue tragi-cómico.
Desde
entonces nunca más me vi involucrada en ceremonias o rituales
religiosos sin haber sido invitada de antemano. Hasta que comencé a
caminar por la playa de Hobie
Beach. La pequeña playa en la bahía de Vizcaya, mejor conocida como
la playa de los perros, y que tuvo una remodelación millonaria hace
un par de años, se ha convertido en un centro de adoración y
ofrendas.
Cada día voy con la expectativa de lo que
encontraré. A
veces son sandías con un hueco de borde
quemado en su centro, donde presumo colocan una vela encendida.
En otras oportunidades son frutas frescas sueltas o en cestas; o ramos de flores bien atados con cintas de colores; o rosas empujadas por el viento. En estos días vi una torta para la virgen de la Caridad del Cobre con una dedicación escrita que no supe descifrar. La ofrenda tenía una interesante composición de pastel y vela pegada con cinta adhesiva. Al día siguiente regresé con mi cámara, pero llegué tarde; las ratas se habían comido la torta y arruinado la ofrenda. Era un mazacote de torta, arena y vela derretida.
Las ofrendas a Yemayá, la diosa del mar, protectora de los niños y la maternidad
son, por lo general, azules. Las ofrendas a Ochún son amarillas y
están asociadas al amor, la belleza y el matrimonio. Las de
Changó, quien representa la fuerza de la naturaleza, guía hacia el buen camino, son rojas. Estos dioses o deidades son también venerados por brasileños, haitianos, dominicanos, pero fueron mis amigos cubanos quienes me ayudaron a revelar sus colores.
Aunque
las frutas frescas y la flores rompen el esquema común de una
playa, por ser de tipo orgánico no parecen contaminación; armonizan con la naturaleza. Las disfruto.
Antes
no ponía atención, pero desde que comencé a pensar en esta reseña
estoy más pendiente y veo gente con bolsitas paseando por la playa
esperando una oportunidad para colocar su regalos sin ser observados.
Hace un par de días, tres mujeres colocaron un melón en la orilla y
se quedaron allí, imagino que pidiendo. Y una pareja ofrecía un
ramo de flores azules, mientras un niño se bañaba muy cerca.
Antes eran los perros y la típica
contaminación playera. Ahora, las frutas que no se comen los
indigentes, los pájaros o las ratas, se pudren en la arena y se
suman a la contaminación. Además de los animales desmembrados que
son un peligro para los pies descalzos.
Necesitamos
un gran acto de fe para que en el anuncio a la entrada de
la playa se prohiba, además de las bebidas alcohólicas, los
envases de vidrio y la música alta, los rituales que atenten contra
la salud, la higiene y la seguridad de quienes visitamos la playa. Mientras tanto caminaré pendiente de no torcerme un tobillo pisando una fruta o arruinar un pedido. Cual carrera de obstáculos.
Muy lindo relato Maribel! Y que fotos!
ResponderEliminarGracias Claudia esa es una recopilacion de varios meses de fotos.
ResponderEliminarDisfruto mucho caminar por Hobie Beach.