Los muchos caribes
Esta amplia y extensa área, de tantas decenas de islas y costas en sus cuatro puntos cardinales, es de difícil definición según veo. Primero, lo que hasta ahora he leído, amplía la visión que tenía sobre el Caribe, pero también abre dudas: ¿Dónde comienza? ¿Dónde termina? ¿Incluye los cayos de la Florida? ¿Incluye parte del Golfo de México?, entre otros cuestionamientos.
Para comenzar, que la zona se llame con la definición que hizo Colón de sus habitantes, “caníbales o nativos rebeldes y esclavizados” (o exclavizantes), es cuestionable. Sin embargo nos hemos acostumbrado a la idea del bautismo de estos lugares por los colonos europeos y no vamos a estas alturas a cambiarle los nombres a los países y ciudades porque estamos en desacuerdo con sus métodos de invasión. Inevitablemente la experiencia caribeña está ligada a la explotación indígena y negra.
El Caribe Insular, término más antiguo que propone Gaztambide-Géigel, catedratico de la Universidad de Puerto Rico nos habla de una zona que se adentra al Océano Atlántico y al margen de lo que se denomina la Cuenca del Caribe: “Las Islas”, compuesto de Las Antillas Menores, colonias europeas diferentes de la realidad social, económica y cultural de las Antillas Mayores del Caribe (6 islas entre las que se encuentra Cuba, Hispaniola (RD y Haiti) Puerto Rico, Jamaica y las islas Caimán) y hasta la Bermuda que se encuentra inmersa en el norte del Océano Atlántico, además de los territorios continentales de las Guyanas, Surinam y Belice en el oriente de Suramérica.
Gran Caribe con sus implicaciones geo políticas, incluye las costas de los países del norte de Suramérica y Centro América, además de las costas de los Estados Unidos en el Golfo de México, recoge la multi pluralidad de naciones y costas bañadas por las aguas del mar Caribe. Quizás desde un punto de vista geográfico, sea el más incluyente.
La Cuenca del Caribe, describe un Caribe enmarcado en la historia colonial, la plantación y la esclavitud africana de las Indias Occidentales (Barbados, Guyana, Jamaica, Belize, Trinidad and Tobago) Es denominado un término tercermundista, ligado a los intereses de las naciones industrializadas y que no incluye al caribe hispánico y por ello no es integracional y hace polémico el tema.
Gaztambide Geigel propone un Caribe Cultural (similar a la definición de Benitez Rojo) no ligado a la situación geográfica o política de las naciones, pero tomando como denominador común la cultura: Euro América, Indo América y la América de las plantaciones. Pero este término, en mi opinión no une, sino divide y hace énfasis en la colonización y la esclavitud.
Ninguno de los términos define con integridad de lo que el área está hecha.
Alguien denominó al Caribe como Pueblos del Mar. (Debí haber tomado nota, pero en el momento no fue relevante, sin embargo es la idea que prevalece ahora) Como decía, es el término que más calidez y romanticismo inspira. Suena a puestas de sol frente al mar; botes pesqueros llegando a puerto; jóvenes que venden empanadas de cazón; un viejo que se hamaca rítmicamente entre dos cocoteros; una brisa ligera que arrastra los sonidos que escapan de un instrumento de cuerdas o percusión.
Paz pura. Utopía pura.
Sin embargo las Antillas, las mayores más que las menores, cargan cantidad de problemas socio económicos y sus habitantes son vulnerables a la migración, formando las diásporas migratorias. El turismo es la industria más importante del Caribe, lo que denota una falta de industrialización y desarrollo en otras áreas económicas.
Pero quisiera regresar a la idea de los caribes, como rebeldes y esclavizados (o esclavizantes) idea que inicialmente había considerado desacertada. Quizás Colón tenía razón cuando explicaba la rebeldía que caracterizaba al caribeño hispano. Ese caribeño que, como el actual, se expresa a voces y con ímpetu, que dice lo que piensa sin filtros, y que bravo, todo lo puede y a todo se atreve. Ese caribeño que, harto de su situación económica y social, se lanza en un bote a recorrer su Mar Caribe en busca de libertad u oportunidad. El Caribeño que sale a su mar, el que ha conocido toda su vida, a ganarse el sustento para él y su familia. Ese Caribe que lo ha inspirado a crear una música y un ritmo único, alegre y contagioso. El Calypso, el reggae, la cumbia, el son, la salsa, el merengue, la Bomba. (Disculpen amantes de la música de P.R. que aún no me atrevo a aceptar al reguetón como un género musical) Caribeño que se expresa tanto con el habla como con el cuerpo cuando baila. Un caribeño rebelde que trabaja bajo el sol y que no se rinde fácil a las circunstancias y que supera los obstáculos con apenas recursos. Y a pesar de las penurias, la explotación, la colonización, los terremotos, los huracanes, la pobreza, la emigración, es un esclavo de su tierra, a la que, si forma parte de la diáspora, envía mesadas para ayudar a su madre, a construir la casita en su pueblo al que regresa en su vejez. El Caribeño no busca una identidad, la tiene bien marcada y definida y si, consciente de ello, "coge el arma por el filo.” No reniega de su color, de su raza, de su historia y su procedencia, sino que al contrario, se jacta de su caribeanidad.
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