El día que casi me llevan detenida por prostitución
A propósito del mundial de fútbol y la derrota de Brasil, recordé que en los años ochenta una pareja de amigos nos invitó, a Pedro y a mí, a probar las mejores Caipirinhas en la historia de la civilización brasileña. Después de una apasionada descripción de la mezcla de los ingredientes y su incomparable sabor, no pudimos negarnos y enfilamos hacia el centro de la ciudad donde se localizaba el bar en el que las preparaban. Llegamos a un local de acera; a falta de estacionamiento y recorrida la cuadra por tercera vez, nuestro amigo sugirió que las mujeres bajáramos a comprar las bebidas mientras ellos daban otra vueltita. El chico de la entrada nos hizo saber que estaban cerrados, pero ante la insistencia de mi compañera de que solo queríamos unas “para llevar”, nos dejó entrar. En la barra un par de borrachos gritaba para hacerse oír por encima de la música del nuevo video de Oscar de León, que decía algo como llévala al cine, cómprale flores y que sonaba a todo volumen en una pantalla de televisión gigante. Ordenamos las famosas Caipirinhas. Al final del video los tragos estaban servidos en vasos desechables transparentes; les dimos pequeños sorbos evitando que se derramaran y salimos a la calle. La reja del local se cerró detrás de nosotras y nos encontramos en la acera de una de las avenidas más pecaminosas de la ciudad. El carro no estaba y esperamos en la penumbra. Cerca, dos mujeres de la buena vida se paseaban por la acera y no nos veían con buenos ojos. En minutos vimos las luces de un carro acercarse. Dentro, dos hombres nos proponían una “colita” y detrás de este carro, otro, y un chico con medio cuerpo fuera de la ventanilla nos invitaba al interior del vehículo. Nunca habíamos estado tan solicitadas.
Nuestros maridos llegaban un poco más atrás. Nos acercábamos a la orilla de la acera cuando una patrulla de la policía, con las luces alumbrando to'a la avenida y con las puertas ya abiertas, nos interceptó; como dicen en el argot caraqueño, nos entrompó, cerrando el paso a nuestro carro y a todos los que circulaban por allí. Con revolver en mano, gritos y ademanes violentos, los policías obligaron a los hombres a apearse y colocar las manos sobre la cabeza y luego sobre una pared cercana cubierta de grafitis en contra del gobierno. A nosotras nos obligaron a vaciar las carteras en la acera exigiendo autoritariamente identificación. Entregamos nuestras cédulas de identidad. Seguido, solicitaron los registros sanitarios. No tenemos, contestamos alarmadas. Aunque sea vencido, insistían. No tenemos ni vencidos. Tratamos en vano de justificar nuestra presencia a las tres de la madrugada, con aliento etílico, cuatro Caipirinhas en las manos, en la acera de la Libertador, subiendo al carro de unos tipos. Van presas, afirmó el policía, por consumo de alcohol en la vía pública y prostitución. Y nuestros maridos también trataban de negociar que no se los llevaran por solicitar nuestros servicios. Una hora más tarde, aclarado el embrollo y libre de todos los cargos, cuatro pobres Caipirinhas deshieladas rebozaban sus vasos en una esquina maloliente de la acera. Acordamos con la policía, que ese no era un lugar apropiado para unas damas. Mi amiga harta de los abusos policiales les gritó: a mí nadie me imputa. Casi se la llevan.
Lamentablemente nunca disfruté las famosas Caipirinhas del bar carioca de la Libertador -ni siquiera sé si aún existe- pero esta semana tomaré una bien cargada en apoyo a los derrotados jugadores brasileños que deben sentirse bien imputados por todos sus fanáticos seguidores. Saúde!
Desde que te leí estoy tratando de recordar el nombre de ese local y no logro acordarme. ¿Lo recuerdas tu?
ResponderEliminarIncreíbles las cosas que pueden pasar en una ciudad.
Lo que es estar en un lugar al momento mas inoportuno... me hace recordar.....una noche sali a cenar con una amiga a un restaurante en Coral Gables. Ella manejaba. Luego al terminar la cena, salimos a reclamar el carro de ella al servicio de valet parking, llego su BMW blanco y nos montamos. Nos fuimos y mi amiga manejandio decia que raro se sentia su carro. Al poco rato se nos coloca detras una patrulla de policia con todas las luces encendidas....resulta ser que casi nos llevan presas por ladronas, por robarnos un BMW blanco 525. El carro de mi amiga era un BMW blanco tambien, pero el modelo 325!!!!!
ResponderEliminarPor eso dicen que la realidad supera la ficción. ¡Qué cómico!
ResponderEliminar