KORK WINE AND CHEESE
¿Quién no ha preservado un corcho como recuerdo de una celebración? Un pedazo de corteza de alcornoque, un simple tapón de botella engavetado tiene, con seguridad, gran significado: un aniversario más o un reencuentro. Hay quienes los coleccionan y conservan como tesoros reviviendo el descorche junto a una historia o una anécdota del momento.
Es un jueves cualquiera y es happy hour en Kork (korcho) un bar todo de madera en Downtown Miami y donde hay una barra llena de clientes.
El ambiente es informal. Me siento a gusto aquí, a media luz. Parece New York. Decido quedarme.
No hay carta de vinos, se pide a tu antojo escogiendo una botella de la barra. Haciendo honor a mis amigas argentinas, pido un Malbec en vez de un Tempranillo.
A diferencia de otros lugares donde sentarse sola es una solicitud abierta a ser acosada, nadie me importuna. Disfruto la intimidad del lugar, el respeto de mi espacio; disfruto mi vino y la música. Suena un Jazz sabrosísimo. Pedro sabría decirme quien toca el saxofón que suena. Le pregunto a *Shazan. Dice que es Charlie Parker.
El manager descubre que escribo sobre Kork. Se presenta. Su nombre es Martín. Espero que sea buena crítica, me advierte. Lo he visto pendiente de todo: de los perfectos cortes de salchichón y queso, de las copas bien servidas y el volumen de la música. A pesar de lo ocupado que está, hace tiempo para hablarme sobre la historia de este local. Y traerme otro vino. Es un perfecto anfitrión.
Martín cuenta que este bar tiene un sótano -recinto poco común en Miami- que fue un refugio antiaéreo durante la crisis de los misiles cubanos en 1962. Actualmente es una bodega que almacena más de tres mil botellas de vino y que aloja un escenario donde jazzistas descargan hasta la madrugada. Es un lugar, muy particular; en mi opinión, acogedor.
Pero en Kork no solo se consume vino y jazz, también se pica y se come delicioso. Los fondue de queso y de chocolate con frutas son la especialidad. Otra, es la variedad de quesos de vaca, oveja y cabra: pecorino, manchego, gorgonzola, camembert, brie, roquefor, además de charcutería: jamón serrano, sobrasada y choricito. Se puede crear una bandeja personalizada escogiendo los quesos y fiambres de preferencia los cuales tienen precios entre $3 y $5 cada uno.
Sí, pienso que va a ser buena crítica.
Al igual que el corcho aísla el vino dentro de la botella, Kork me desconecta -especialmente en su búnker subterráneo- de esta intensa-loca-ciudad. Yo, como el vino reposado, consigo realzar mi carácter en Kork.
"Lindo canta calandria
y muy lindo el ruiseñor,
mejor canta la botella
si le sacan el tapón"
Copla anónima.
*Shazan: programa de reconocimiento musical.
Me encanta la descripcion, y me encantaria ir, pero donde es????
ResponderEliminarGracias por darte cuenta, el enlace a la página de Kork no se veía. Se llega a el haciendo click en la palabra KORK, al final de la reseña.
ResponderEliminarMe encantó, provoca ir a Kork!!
ResponderEliminarDefinitivamente hay que ir a conocer este rincon en Miami, suena estupendo!!!!
ResponderEliminarSi, muy interesante. En especial el tema del jazz. Gracias por compartirlo, Maribel!
ResponderEliminarMuy bueno. Si es como esta escrito habra que ir
ResponderEliminarAvisenme para tomarme una copita con ustedes...o dos...o tres. Para eso mejor pedimos la botella.
ResponderEliminarQuerida Maribel, se te da muy bien escribir sobre bebidas espirituosas y delicatessen para acompañar, de una manera muy egoísta por mi parte, te sugiero, te suplico... escribas más sobre este tema, aunque no vaya a visitar estos lugares, tú redacción me hacen sentir que he estado disfrutando del momento.
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