LA FIESTA DE 50 SOMBRAS
Melanie
se presentó como una especialista en romance. Experta en 50 sombras
de Grey específicamente, el best seller que revolucionó
la cama de millones de mujeres. Inspirada y aprovechando el
boom que produjo el libro, promociona artículos eróticos.
Para
romper el hielo la presentadora pidió que colocáramos
una hoja de papel sobre nuestra cabeza y dibujáramos un órgano
masculino. A continuación nos sentó alrededor de una
mesa llena de cajas y botellas y durante una hora nos habló de
sus beneficios en pro de la estimulación. Sugirió que
probáramos las pociones mágicas que cambiarían el curso de una
triste relación. Lociones que devolverían la pasión, aceites que
elevarían la libido, cremas y esponjas vibradoras que
incrementarían el disfrute.
Luego,
la experta romántica nos presentó unos instrumentos que, a mi
parecer, lucían poco románticos. Literalmente fucking-scary.
Algunos tenían ojos, alas, rabos, orejas y se movían en
todas direcciones como poseídos. Tenían nombres de inocentes
animalitos como el Rabbit Pearl (famoso en la serie Sex and
the city, cuando Charlotte, al adquirirlo, no sale de su casa en
una semana); el Slumber Bunny o el Bunny Pulsatrón
tan intimidantes y agresivos que daba miedo manipularlos. Algunos
incluían luces, perlas rotatorias tres, cuatro,
cinco velocidades y tres diferentes vibraciones. Lo único que
faltaba era que dijeran "I love you", "dale mamacita" o cualquier
frase apropiada de acuerdo al gusto particular del usuario.
Solo una de las muestras tenía forma y textura tan
anatómicamente perfecta, que parecía real; aunque con propiedades
biónicas.
Melanie exhortó a la calma, que no nos alarmáramos. Nos aseguró que eran
productos aprobados por la Administración de Alimentos y
Drogas, que eran veganos, sin aditivos, libres de gluten, Kosher, bajos en sodio, cero
calorías, diez años de garantía y que con su compra, un
dólar sería donado a una asociación protectora de las mujeres
afligidas por no sé qué sufrimiento, (quizás sean
víctimas de alguno de estos monstruitos)
Llamaron
la atención las lociones con feromonas para atraer al sexo opuesto
(vía olfato) y las famosas bolitas de Ben Wa,
usadas por Christian Grey tan seductoramente en la conocida
historia, ahora bien recataditas y decorosas dentro de una cajita de
joyas.
Estas presentaciones son solo para mujeres. Melanie dice que los hombres se vuelven
locos y hacen chistes pasados de tono, comienzan
frotándose las lociones y terminan haciéndose proposiciones unos a
otros. Muy intenso. Agrega que las mujeres por lo
general son más prudentes, y aunque durante la presentación algunas
se lamieron los dedos saboreando los "gel edibles anti-gag"
y otras entraron al baño y se embadurnaron con crema las zonas
erógenas, (donde existe la mayor ramificación nerviosa del cuerpo:
orejas, pies) y salieron caminando como pingüinos, debo aclarar que
todas se comportaron a la altura; ninguna hizo una escenita y en la
mesa fueron unas damas. Me pidieron encarecidamente que
mantuviera sus identidades anónimas; que tenían una imagen y una
reputación que proteger.
Había productos para los maridos y novios en formato
kit de viajero, y ninguna estuvo interesada. Todas
coincidimos que se las podían arreglar solitos.
Al
final cada una salió con una bolsita, unas grandes, otras pequeñas.
Hubo
de todo un poco. Dos mujeres discutieron por un accesorio
grotesco denominado el Hummer, alegando que tú lo necesitas
más que yo. Una le regaló a otra un aparato que solo utilizó
dos veces y le advirtió que de no gustarle, se lo devolviera.
Atrás
quedaron los Tupperware parties, las fiestas Mary
Kay, la venta de ropa interior erótica colombiana y la
despedida de soltera con strippers. Esta fiesta rompió
el esquema. Fue interesante compartir con un grupo de mujeres la
legitimización de nuestra sexualidad y la exploración de alternativas que promuevan la
satisfacción individual, de pareja, etcétera, etcétera, etcétera.
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