ORANGE BOWL

Fuimos a despedir al estadio antes de que sucumbiera al progreso de la ciudad de Miami. El Orange Bowl se vendía al mejor postor. Mesas, sillas y pedazos de pared en cajitas de regalo; anuncios de todos los tamaños y malas condiciones.
Asistí a varios juegos y conciertos allí. En 1981 vi REO Speedwagon; en 1987 Pink Floyd y en 1996 los Rolling Stones. Tengo una conexión músico-sentimental con este lugar.
Siempre lo vi como expectadora, desde arriba. Hoy lo veo desde abajo, monumental e imponente. Me siento pequeña en este valle de montañas ensilladas alrededor. Oigo miles de fanáticos celebrando un Touch Down o cantando al unísono con Mick Jagger.
Tomo la mayor cantidad posible de fotos. Todos sus rincones; todos sus ángulos.
No contenta con ello, regreso al día siguiente. Una foto más, algún ángulo que se me haya escapado, algo que aún quede en pie, antes de que las grúas y los tractores lo muerdan, lo aplasten, lo pulvericen.
Poco a poco desaparece, hasta que nada queda por fotografiar.

Maribel de la Mora

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